Cuando somos jóvenes, especialmente universitarios, trabajar por primera vez es algo que nos llena de expectativas. No sólo porque representa un paso más hacia la independencia del núcleo familiar, sino también porque nos hace sentirnos útiles, de hecho, trabajar hace que cualquiera se sienta útil. Pero en la otra cara de la moneda, el desempleo no sólo merma el bolsillo, también puede afectar la salud mental, por eso hoy queremos hablar sobre un tema muy importante: los efectos psicológicos del desempleo.
El desempleo: una definición cerrada
Marx decía que «el trabajo dignifica al hombre» y a pesar de la distancia temporal, la frase aún tiene vigencia. Tener un trabajo, o un empleo, hace que te sientas bien (especialmente en la quincena), porque te vuelves socialmente útil ante tus amigos, tu familia y el resto de la población en general.
La organización internacional del trabajo estima que para 2018, 3.7% de la población esté desempleada y un 27% tenga un empleo vulnerable (es decir sin seguridad social). Puede parecer que 3.7% es algo muy bajo, pero la realidad es que los indicadores de desempleo fragmentan ciertos grupos de población que también pueden sufrir las consecuencias.
Por otra parte, la Encuesta Nacional de Egresados, del Centro Laureate de Opinión Pública, señala que el 16% de los egresados carece de empleo y la mitad de ellos cree que se debe a la saturación del mercado. También es importante mencionar el desempleo es mayor en las mujeres con un 60%, mientras que los hombres componen el 40% restante.
El desempleo supone que existe un mercado laboral y que hay gente que se encuentra buscando insertarse en dicho mercado, sin embargo, esto deja fuera a:
- Amas de casa y,
- Estudiantes o egresados que se encuentran bajo un esquema de «pago con conocimiento»; meritorios, practicantes o aprendices quienes no reciben una remuneración económica.
Específicamente estos dos grupos siempre quedan fuera de la noción de desempleo, es decir, trabajan sin pago alguno y con ello quedan excluidos de la forma en que el trabajo dignifica al individuo a través de las recompensas de la propia actividad.
Las sensaciones y consecuencias asociadas al desempleo
En su libro «Depresión y apoyo social: análisis del impacto psicológico del desempleo», José Buendía Vidal, investigador de la Universidad de Murcia (España, 2010), expone diversas consecuencias del desempleo, especialmente por las construcciones sociales que giran en torno al propio empleo: estudiar una carrera, tener un trabajo, fundar una familia, comprar un auto o una casa y un largo etcétera. La mirada de la sociedad hacia los desempleados no es nada benevolente e involucra parecer ocioso, inútil, fracasado y otras apreciaciones negativas que llevan, principalmente, a minar el autoestima de la persona. Esto también tiene sus consecuencias en la vida diaria de la persona desempleada:
- Internalización: justo después de la noticia del despido, algunos se lo toman como vacaciones, pero ante el inevitable paso del tiempo y la dificultad de poner reincorporarse al mercado laboral, las personas poco a poco se dan cuenta de su condición de desempleados y de todo lo que ello implica como imagen ante la sociedad.
- Aislamiento social: sentir vergüenza también es parte del sentimiento sobre lo que la sociedad espera de una persona productiva. Ante la imposibilidad de solvencia económica, se prefiere distanciarse de los amigos o de la familia para así evitar poner excusas ante ciertas actividades por la falta de dinero. En casos prolongados, las consecuencias pueden ser todavía más graves al escoger, por ejemplo, entre pagar la hipoteca o comer.
- Trastornos psicofisiológicos: la preocupación diaria sobre el desempleo, y muy especialmente, la desaprobación social que conlleva y las cuentas por pagar que se acumulan, pueden provocar también: insomnio, debilidad, dolor de cabeza, aumento del colesterol, inhibición sexual, irritabilidad, hostilidad y por supuesto, depresión.
- Autoestima y control: los trabajadores que llevan mucho tiempo desempleados comienzan a culparse a sí mismos por su supuesta «incapacidad» para encontrar empleo. De la misma manera, diversos estudios han encontrado que los desempleados manifiestan problemas cognitivos como enfocarse en una tarea específica, tomar decisiones rápidamente y entender lo que otras personas dicen.
El desempleo tiene efectos adversos en su mayoría provocados por factores externos, originados en lo que la sociedad espera de uno mismo, que posteriormente se internalizan y se vuelven propios de la persona desempleada. En el caso de los estudiantes y amas de casa, a pesar del trabajo que realizan, el simple hecho de no tener una retribución económica con la cuál puedan ostentarse con cierto nivel económico ante la sociedad, también genera consecuencias psicológicas adversas aunque traten de ser excluidos de la concepción de desempleo.
No olvides checar los resultados de la Encuesta Nacional de Egresados y si ya egresaste de la universidad cuéntanos cómo te ha ido en la Encuesta de este año, podrías ganar alguno de los premios que hay para ti.