¿Qué tan inteligente eres? ¿mucho? ¿poco? ¿nada?… seguramente, como la mayoría de los integrantes de tu generación, creciste pensando en que tenías un determinado nivel de inteligencia que se había determinado por la genética de tus padres y las condiciones de desarrollo de tus primeros años. Durante siglos hemos considerado a la inteligencia como algo dado y fijo. Un valor con el que nacemos y con el que morimos. ¿Pues qué crees? Resulta que todo eso es falso.
Recientes estudios han demostrado científicamente que la inteligencia no es fija, sino que puede desarrollarse (como si fuera un músculo ejercitándose) Primero fue la Dra. Carol Dweck, de la Universidad de Stanford, quien tras décadas de experimentos demostró que los niños que escuchaban de sus padres y maestros frases como “¡Eres tan inteligente!” o “¡Tienes un don!” tenían una actitud diferente cuando se enfrentaban al fracaso que aquellos niños a los que se les felicitaba por el esfuerzo realizado, no por los resultados. Es decir, recompensan el proceso de aprendizaje, y no las consecuencias del mismo.
Posteriormente, otro grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Michigan, demostraron que era posible medir la reacción del cerebro humano ante el error. Concluyeron que nuestros cerebros no se comportan de manera similar cuando nos equivocamos, sino que hay dos tipos de respuestas del cerebro humano ante el error:
1) Aquellos que cuando se equivocan su cerebro tiene problemas en analizar y aprender del error. Este tipo de personas se ocupan más de pensar en el error que cometieron en lugar de ver cómo pueden mejorar su desempeño.
2) Los que al darse cuenta de que habían cometido un error tenían una mejor respuesta adaptativa a nivel cerebral y hacían un mejor trabajo en corregir sus fallas.
Al primer tipo de mentalidad se le denomina “mentalidad fija” (fixed mindset) y quienes la tienen suponen que la inteligencia no puede desarrollarse. Los sujetos del segundo caso son conocidos como “mentalidad de crecimiento” (growth mindset)
Las diferencias entre cómo procesan el fracaso las personas de una y otra mentalidad es enorme y resulta clave para entender por qué algunas personas pueden recuperarse fácilmente de un error y superarlo. En esta TED talk Eduardo Briceno explica las diferencias entre ambos tipos de mentalidades.
Lo más importante de estos descubrimientos radica no en saber que existen dos tipos de mentalidades, sino que es posible transitar de una mentalidad fija a una mentalidad de crecimiento. Es decir, la mentalidad de crecimiento se puede adquirir. Hacerlo toma tiempo y esfuerzo pero es muy efectivo.
Seguro te estarás preguntando ¿y a mí de que me sirve todo esto? Pues resulta que estos nuevos hallazgos nos permiten confirmar que el talento y la inteligencia son algo que se trabaja y construye. No algo con lo que se nace. Es cierto que algunas personas pueden realizar con mayor desenvoltura que otras alguna tarea o actividad, pues tienen facilidad nata para ello. Pero eso no significa que otros no puedan trabajar en sus habilidades y superar a quienes aparentemente nacieron con mejores condiciones.
Lo más importante de todo esto es que tú puedes ser o hacer lo que quieras. No hay ninguna limitación genética que te impida ser el mejor, y esto no es un rollo motivacional sino la conclusión más importante de algunos de los avances más recientes de la psicología moderna.
¿Qué tipo de mentalidad tienes? ¿Fija o de crecimiento? Si te interesa descubrirlo en Mentalia han desarrollado un mini curso que no sólo te ayudará a determinar tu tipo de mentalidad sino que te ayudará a desarrollar una de crecimiento para que puedas desatar todo tu potencial. Si aún no estás registrado hazlo desde este enlace y busca en el Catálogo de Mini Cursos el denominado “Potencial sin límites.”
Como dice la Dra. Dweck “El esfuerzo es lo que detona la habilidad y la transforma en logros”, ¿Tú estás dispuesto a esforzarte?
