¿En qué tipo de empresa me conviene trabajar?

Muchas veces nos hemos preguntado en qué tipo de empresa resulta más conveniente trabajar.

La mayoría de nosotros solemos pensar que las grandes empresas o corporaciones multinacionales pagan mejores salarios y ofrecen mayores oportunidades de crecimiento y que, por lo tanto, son preferibles para nuestro desarrollo profesional. Sin embargo, esto no siempre es así.

Contrario a nuestras suposiciones, la empresa que resulta más conveniente es aquella que nos permite desarrollar mayores competencias de acuerdo a nuestros intereses y aspiraciones. Por lo tanto, la mejor empresa para trabajar no siempre será la más grande, ni la más reconocida, sino aquella que nos aporte mayor valor profesional.

Antes de elegir trabajo quizá sea recomendable analizar las ventajas y las desventajas de cada empresa de acuerdo al perfil del empleo y las competencias que buscas potenciar.

PyMEs 

Pros…

La mayoría carecen de un área propia de recursos humanos por lo que los procesos de contratación son más personales y sencillos.

La falta de personal obliga a los empleados a involucrarse en todas las áreas de la empresa, por lo que es más probable que aprendas las competencias requeridas en todas las partes del negocio.

Asimismo, es más fácil que el talento sea identificado y que los esfuerzos tiendan a ser más reconocidos.

A su vez, te delegan más responsabilidades por que hay pocas personas que te sustituyan en la toma de decisiones relevantes

Al estar involucrado en todas las partes del proceso productivo de la empresa, es más probable que te sientas útil para la empresa ya que puedes apreciar el fruto de tus esfuerzos y su impacto sobre la compañía.

Hay mayores posibilidades de aprender directamente de los jefes e incluso del director general.

Si no te gusta depender de alguien, es más común que en una empresa pequeña desempeñes un trabajo más independiente, ya que, la mayoría de la veces, no tienes un superior al cual le tienes que estar reportando constantemente tu agenda.

Por otra parte, no existe una estructura burocrática que exija que justifiques la toma de decisiones, por lo que hay menos trabas a la hora de actuar.

Por último, al estar conformada por un número reducido de empleados, la mayoría de estas empresas fomentan un ambiente laboral más amigable.

Contras…

Debido a que el volumen de utilidades de la empresas pequeñas suele ser menor, no siempre ofrecen salarios competitivos.

Pueden carecer de los recursos para invertir en tecnología y en la capacitación de su personal.

Dado que tienen más dificultad para encontrar financiamiento, generalmente están asociadas a un mayor riesgo de sobrevivencia.

Al tener un personal reducido, muchas veces la carga de trabajo es más intensa.

La mayoría de la empresas pequeñas carecen de un área específica encargada de los recursos humanos, por lo que no hay nadie que atienda las relaciones laborales cuando se presentan conflictos internos.

Si lo que buscas es adquirir competencias muy específicas, las limitadas oportunidades de ascenso de las empresas pequeñas ocasionan que sea muy difícil encontrar y retener mano de obra especializada, por lo que no encontrarás a muchos colegas con conocimientos técnicos.

Por último, si aspiras a trabajar en una gran corporación, la experiencia de haber laborado en una empresa pequeña será menos relevante para tu CV.

¿Cuándo te conviene trabajar en una pequeña empresa o en una “start-up”?

Las empresas pequeñas pueden ser una gran opción para las personas con espíritu emprendedor que desean abrir su propio negocio, ya que les permite conocer el funcionamiento de una empresa y adquirir competencias en distintas áreas. Si eres una persona con iniciativa y te gusta proponer soluciones que tengan mayor impacto sobre el curso del negocio, este tipo de empresas pueden ser lo mejor para ti.

Empresas grandes

Pros…

El presupuesto que poseen las grandes empresas posibilita que los sueldos sean más competitivos  y que los empleados tengan acceso a tecnología de punta.

Debido a su inversión cuantiosa en recursos humanos y a la complejidad de los procesos de reclutamiento que suelen llevar a cabo, estas empresas ofrecen mayores oportunidades de capacitación y mejores prestaciones con el fin de retener a sus empleados.

Por otra parte, dado que hay una larga jerarquía entre los altos mandos y  los empleados del nivel más básico, hay mayores oportunidades de acenso.

A su vez, las diversas áreas especificas de las grandes empresas permiten que los empleados encuentren un trabajo más afín a su perfil sin tener que buscar empleo en otra empresa.

Por su parte, el elevado número de empleados contribuye a la formación de una red de relaciones profesionales que pueden ser de gran utilidad en el campo laboral.

La mayoría de las empresas grandes y las trasnacionales poseen esquemas de trabajo estandarizados que promueven una mejor estructura organizacional.

La mayoría de las trasnacionales ofrecen la oportunidad de aprender un segundo idioma y mayor comprensión de otras culturas.

Asimismo, muchas de ellas también ofrecen posibilidades de cambiar de país.

Por último, trabajar en una empresa reconocida es una excelente referencia laboral en tu CV y en tu vida ( acceso a créditos bancarios, etc.).

Contras…

Las ideas tardan mucho en gestionarse y tu desempeño es menos visible.

Por lo tanto, tienes que esforzarte mucho más para expresar tus ideas y para que estas se lleguen a convertir en acciones.

Por otra parte, dado que los esfuerzos son poco perceptibles, uno tiende a conformarse con un desempeño mediocre mientras  se esté por encima de la media del resto de los empleados.

Generalmente se adquiere experiencia únicamente dentro de un área especifica y rara vez es posible salirse de estos esquemas dado que debes cumplir con un rol particular dentro de la empresa.

Asimismo, hay menor comunicación entre los compañeros de trabajo de otras áreas así como con los altos mandos.

Por último, la estructura burocrática de las grandes empresas dificulta tanto la toma de decisiones como la implementación de éstas.

¿Cuándo te conviene trabajar en una gran empresa o una multinacional?

 Si eres una persona dedicada y te gusta la competencia, “hacer carrera” dentro de una empresa grande puede ser tu mejor opción.  Las empresas grandes y las multinacionales son muy convenientes al inicio de la vida laboral ya que no sólo te dan mayor estabilidad sino que también permiten que te especialices en un área muy concreta. Esto a su vez es útil debido a que si un día decidieras cambiar de empresa, las competencias aprendidas en empresas con buena reputación son reconocidas en todas las empresas del mismo sector.

Independientemente de que se trate de la “start-up” más pequeña o de un gigante internacional, es importante tener en cuenta qué tan útiles son las competencias laborales que vas a poder desarrollar en la empresa para tu éxito profesional. Consulta nuestros consejos sobre las competencias profesionales que te darán ventajas y no olvides preguntar sobre las oportunidades de aprendizaje que te ofrece la empresa antes de decidirte por un trabajo.

Cómo evitar la cruda después de la graduación, parte II

Bienvenido a la segunda parte de nuestro “Remedio para evitar la cruda después de la graduación”, ésa que puede tomarte desprevenido al estar terminando tu carrera y que se detecta cuando las ofertas de trabajo no llegan, los “altos sueldos” no aparecen, o las condiciones de trabajo ofrecidas no corresponden a las de un “naciente líder” como tú.

Si no has leído la primera parte, te invitamos a hacerlo aquí.

Tercer ingrediente: Un curriculum vitae con “carnita”, estructurado, elegante y agresivo

Los jefes, reclutadores y departamentos de Recursos Humanos que leerán tu CV querrán identificar tres cosas: 1) qué tipo de persona eres, 2) qué cosas has logrado y 3) qué cosas sabrás hacer si te contratan. Si tu CV no tiene esta información, terminará en un recipiente sobre el piso o en un ícono con forma de basurero.

Qué hacer antes de tu graduación

Como caza-recompensas, busca acumular “trofeos” en estas tres áreas:

Académica: El promedio es importante. No en todos lados lo piden, pero varios de los empleos mejor remunerados y de mayor proyección (finanzas, consultoría, banca de inversión, áreas del gobierno) sólo aceptan candidatos con los promedios más altos de su generación. Trata de llevar más de una clase con matemáticas avanzadas. Así como todo mundo identifica ciertas marcas, bebidas y mezclas que dan más resaca, un promedio de 8.5 debe ser tu mínimo –sobre todo para aplicar a financiamientos y becas en el extranjero- y 9.0 la barrera psicológica que quieres superar.

Profesional: Es importante que comiences a trabajar antes de que termines la universidad. Tener experiencia te ayudará a encontrar más opciones de trabajo y a negociar un mejor sueldo. Si un empleo está fuera de tu alcance, colabora en proyectos de tu universidad, trabaja con profesores, colócate como becario, involúcrate en proyectos o negocios de tu familia, o sé freelance (ver más abajo).

Extracurricular: Ok, no te pagarán por hacer esto, pero asegúrate de que sean actividades o puestos que reflejen responsabilidad y liderazgo. Relaciónate con otras personas. Coordina grupos. Ejercita tus habilidades de comunicación, creatividad y ejecución. Resuelve problemas. No olvides que hay pocas actividades como las extracurriculares para demostrar que posees las habilidades “suaves” -liderazgo, trabajo en equipo, negociación, persistencia- que buscan las empresas.

Qué hacer después de tu graduación

Si ya dominaste el contenido de tu CV, enfócate ahora en la forma. Busca que tu curriculum sea claro, limpio, ordenado, estructurado y sobretodo muy profesional. (Adiós a tu cuenta de correo llamada elpitayas@, kaosofdarknezz@ ó gustraguito@).

Si tu CV es pobre en contenido, no podrás cambiar tu promedio, pero sí podrás comunicar muy bien lo que aprendiste en la universidad. Aprovecha tus proyectos y trabajos en clase, úsalos para demostrar tus habilidades. Describe tu experiencia del servicio social y véndela como un proyecto con un logro tangible.

Cuarto ingrediente: Intercambio “productivo” vs. “divertido”

El intercambio es ese momento en que todo estudiante universitario, con el pretexto de estudiar, obtiene el permiso, fondos y apoyo de sus seres queridos y maestros para probar si las resacas -esas sí etílicas- en otro país son iguales a las de casa. Pocos jóvenes ven su intercambio como una oportunidad para vivir una experiencia internacional que sumará a su perfil profesional.

Qué hacer antes de tu graduación

Si puedes irte de intercambio sin endeudarte, endeudar a tu familia o empeñar un riñón, vete. Si no es éste tu caso, espérate e invierte estos recursos después en un posgrado en el extranjero.

Ahora bien, ¿Ibiza o Salamanca?

Escoge la universidad según sus profesores, prestigio e instalaciones, no por sus antros o playas. Toma materias que no puedas cursar en México (presúmelas después en tu CV). Procura a los profesores. Estudia. Conoce gente de otras culturas. Haz una práctica en paralelo a tus clases. Toma nota de las oportunidades laborales. Idealmente que sea en inglés para que “quede huella” en tu CV que viviste, estudiaste y “socializaste” en un país en donde se hable un idioma distinto al español.

Qué hacer después de tu graduación

Si no te fuiste de intercambio te habrás perdido de una oportunidad para meterle experiencia internacional a tu CV, pero haz esto: aprovecha tus veranos para hacer viajes que demuestren que posees un buen manejo del inglés y sabes desenvolverte en otra cultura. Ponte en contacto con el área de intercambios de tu universidad y ofrécete como voluntario para asesorar, guiar y ayudar a estudiantes extranjeros que estén de paso en tu universidad. Por último, recuerda que muchos de quienes sí se fueron de intercambio más bien se fueron de fiesta y no tendrán gran cosa qué presumir. No estarán mucho mejor que tú.

Quinto ingrediente: Prepárate para ser freelance

¿Has oído que el empleo de tiempo completo ha muerto? Y si no muerto, te lo decimos: está agonizando. Las universidades no te preparan para ello, pero es probable que en tu futuro haya un periodo -corto, largo o permanente- como freelance. En la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo aparecen ya 13 millones de mexicanos como trabajadores independientes, donde cada vez hay más consultores, profesores, diseñadores, artistas, nutriólogos, programadores, traductores, arquitectos, decoradores…

Dado que ser freelance es todavía algo nuevo, mucha gente cree que si lo eliges, es porque no te quedó de otra. En realidad, mucha gente lo prueba por necesidad pero se queda por convicción.

Qué hacer antes de tu graduación

No finjas inutilidad: si eres universitario, ya posees habilidades y conocimientos que puedes cotizar en el mercado (o Internet, en sitios de subasta de servicios). Aprende a ofrecer análisis, traducciones, investigación, edición, diseño, en paralelo a tus estudios para construir un ingreso adicional, obtener experiencia y practicar algo que podrías necesitar en el futuro.

Qué hacer después de tu graduación

Si el ansiado empleo en nómina no llega, no titubees en lanzarte a ser freelance. De ahí podría surgir también tu contratación de tiempo completo. Pero aún si consigues un empleo de tiempo completo, haz proyectos o trabajos pequeños por tu lado. Inténtalo. Si más adelante quedas desempleado, habrás construido algo en qué apoyarte.

Cómo evitar la cruda después de la graduación parte I

“Modera tu consumo, toma mucha agua, no mezcles tragos, come algo, evita las bebidas dulces…”. Los consejos para evitar la resaca o “cruda” todo mundo se los sabe de memoria pero no todo mundo los aplica.

Aquí queremos hablar de otro tipo de resaca que es peor, más duradera y costosa: la cruda post-universitaria.

Por lo general esta “cruda” comienza después de tres o más años de estudiar y en varios casos, después de gastar miles de pesos (hasta más de un millón en caso de una universidad privada). Los síntomas de la “cruda” no son inmediatos; comienzan más bien cuando las ofertas de trabajo no llegan, los “altos sueldos” no aparecen o las condiciones de trabajo ofrecidas no corresponden a las de un “naciente líder” como tú.

Como tristemente para este padecimiento no hay antiácidos ni remedios caseros, a continuación te ofrecemos la primera parte de nuestro “Remedio para evitar la cruda después de la graduación”, que tal vez sepa feo (y cueste) pero hará una gran diferencia cuando llegue el momento de dejar la escuela y entrar de lleno al mundo laboral.

Primer ingrediente: desarrolla habilidades… no sólo conocimientos

Tener conocimientos y saber muchas cosas es muy importante, pero si no sabes aplicarlos no serás muy distinto a Wikipedia, sólo que Wikipedia es gratis, no se queja, no duerme y constantemente se actualiza (¿puedes competir contra eso?). Por lo tanto, enfócate más bien en desarrollar habilidades laborales –la aplicación real de esos conocimientos- en tus años como estudiante. Las habilidades serán a tu carrera profesional lo que beber agua durante la fiesta, a tu bienestar el día siguiente a la graduación.

Qué hacer antes de tu graduación

Durante la carrera debes preguntarte: ¿Qué sé hacer? ¿Qué tipos de análisis, modelos, software o tecnologías puedo usar? ¿Qué clase de problemas organizacionales y administrativos sé resolver? ¿Qué tipo de ideas, oportunidades y soluciones soy capaz de generar? ¿Cómo puedo aplicar lo que estoy aprendiendo? ¿Qué puedo “venderle” a una empresa o cliente?

Es importante que durante toda la carrera busques desarrollar habilidades “duras” (análisis numéricos, programación, manejo de software, herramientas de análisis, administración de procesos, etc.) así como “suaves” (liderazgo, trabajo en equipo, negociación, comunicación efectiva, persuasión, ventas, tolerancia al estrés, etc.).

Mientras que por lo general las habilidades “duras” se desarrollan dentro del salón de clases, las “suaves” se trabajan fuera de éste. Nunca subestimes el impacto que pueden tener en tu CV y en las primeras etapas de tu carrera profesional un buen promedio y una buena cantidad (y calidad) de actividades extracurriculares (proyectos en la sociedad de alumnos, intercambios y cursos de verano, competencias y talleres, proyectos académicos, organización de campañas para recaudar donativos, entre otras).

¿Qué tan importantes serán tus habilidades al buscar empleo? En un estudio mundial reciente llevado a cabo por McKinsey & Co. se encontró que para el caso de México, casi 40% de los empleadores señalaban la “falta de habilidades” como la razón principal de las vacantes de primera entrada que tenían.

Qué hacer después de tu graduación

Es malo que termines la carrera sin experiencia profesional; es terrible que además no hayas desarrollado habilidades qué ofrecer al mercado y a los empleadores.

Si caes en este último caso, es muy probable que empieces a trabajar en un empleo poco atractivo, mal remunerado, con poca visibilidad y con un futuro poco promisorio. Si ese empleo es además muy operativo, simple, repetitivo y de poco valor agregado, será difícil que puedas desarrollar las habilidades que no desarrollaste en la escuela. Si te encuentras en esta situación, un remedio es que busques entrar a una “empresa-escuela”, es decir, una organización donde quizás no ofrezcan un sueldo atractivo ni muchas prestaciones y requieran un buen número de horas y mucho esfuerzo de tu parte, pero donde sí podrás (1) desarrollar habilidades “duras” y “suaves”; (2) obtener conocimientos de la industria; (3) hacer contactos y relaciones y (4) adquirir experiencia.

Segundo ingrediente: busca la oferta de trabajo… no esperes que llegue a ti

Existen diferentes tipos de entrevista de trabajo. Entender cómo funcionan y para qué sirven te ayudará a prepararte mejor para ellas y a no sentarte delante de tu entrevistador como “conejo lampareado” a media carretera.

Busca trabajo (mucho) antes de tu graduación

Durante tu estancia en la universidad averigua cuáles son los mejores mecanismos para entrar en contacto con reclutadores y aplicar a las distintas ofertas de trabajo. La bolsa de trabajo universitaria es sólo uno de muchos recursos y no siempre es el mejor.

Esta primera búsqueda de trabajo será una buena oportunidad para descubrir y aprender (en caso de que aun no lo hayas hecho) el importante papel que van a tener tus contactos y “conocidos” en tu futuro profesional. Así que aprovecha a tus profesores (tanto a los que están en la universidad tiempo completo como a los externos que sólo dan una clase o dos); piensa en ellos como posibles reclutadores y recomendadores.

Otro tipo de actor que puede ser muy importante es el Coordinador de Carrera, pues suele ser un vínculo ideal entre alumnos, exalumnos, empresas y autoridades escolares. Al Coordinador de Carrera te lo ganas con un buen desempeño en tus clases y manteniéndote en contacto con él o ella. No es lo mismo enfrentar la “cruda” solo y por largo rato, que acompañado y salir de ella rápido.

Acelera (mucho) la búsqueda después de tu graduación

Si el lunes siguiente a la graduación aún no tienes empleo ya vas algo tarde. A partir de este momento empieza un peligroso conteo en el cual, por cada mes que pase y no estés trabajando ni estudiando, tendrás que encontrar una mejor “explicación” para justificar porqué estás inactivo. Además, cada año se gradúan más profesionistas, muchos de ellos incluso mejor preparados que tú. Si te tardas mucho, tu competencia sólo incrementará.

Encontrarte en esta situación es como hallarte después de la fiesta con dolor de cabeza, sin forma de regresarte, sin dinero para un taxi y con las llaves de tu casa perdidas. En este caso, ¿qué hacer? Utiliza los canales que ofrece tu universidad (bolsa de trabajo, directivos de carrera y exalumnos). No bombardees a las áreas de recursos humanos con correos y llamadas; mejor consigue contactos que te enlacen con empresas y áreas que sí están ofreciendo trabajo en ese momento. Hagas lo que hagas, evita extenderte seis o siete meses después de tu graduación todavía buscando empleo.

Y sigue…

Los ingredientes de nuestro remedio no terminan aquí. Hay varios otros, igual de importantes que estos. En la parte II de este artículo los describiremos.

Y a ti, ¿te pegó la cruda post-universitaria? ¿Cómo sucedió? ¿Cuál fue tu cura?

13 pésimas formas de elegir carrera

Elegir una carrera es una de las decisiones más importantes en la vida de alguien.

  1. “Me queda cerca de mi casa”.
  2. «Me gusta el ambiente”.
  3. “Ahí estudian mis hermanos”.
  4. “Es donde van a meterse la mayoría de mis amigos”.
  5. “Está padre”.
  6. “La carrera me latió”.
  7. “Es en la que me aceptaron”.
  8. “Es la que puedo pagar”.
  9. “Es en la que me dieron beca”.
  10. “De ahí sales bien preparado”.
  11. “Fulanito estudió eso y es muy exitoso”.
  12. “Pus nomás”.
  13. O el lamentablemente clásico “Quería una carrera en donde no tuviera que llevar matemáticas”.

Así es como los jóvenes en México justifican su elección de carrera y universidad. Y probablemente así ha sido siempre. Pero conforme el número de estudiantes y egresados universitarios se eleva, la competencia laboral arrecia, el gasto en educación aumenta y la velocidad del cambio en la economía, las industrias y la tecnología también sube, los costos de esa forma de decidir se están haciendo más notorios.

La elección de una carrera y universidad es para muchos jóvenes su primera decisión importante en la vida. Y es también una decisión importantísima para los padres de esos jóvenes, pues no sólo suele implicar un sacrificio económico, sino a menudo también un cambio de ciudad, vivir lejos de la familia e incurrir en deuda.

Sin embargo, nos seguimos empeñando en decidir al vapor, con poca información y peor razonamiento.

¿El resultado? Un 40 por ciento de los profesionistas en México reportan que no ejercen su carrera, un sinnúmero de estudios encuentran que una gran cantidad de los profesionistas no están satisfechos con lo que estudiaron y/o consideran que no salieron de la universidad bien preparados, y cerca de la mitad de las empresas se quejan de que no encuentran jóvenes con las habilidades apropiadas.

Una mala decisión educativa no sólo priva al universitario de obtener mejores ingresos; le genera gastos adicionales. No por nada miles de egresados pronto se ven obligados a regresar a la escuela a re-capacitarse (¿o por qué creen que ha habido un boom de diplomados?) o a hacer un posgrado, ya sea para “reinventarse”  (después de odiar su nueva profesión) o para rellenar los huecos que les quedaron de la carrera. Todo al calor de más colegiaturas.

Lo que nunca hemos oído en varias generaciones de alumnos, con las que hemos trabajado como profesores, es que su decisión sea tomada con:

a) Una tabla o ejercicio comparativo en el que se relacionen diferentes carreras con diferentes trayectorias profesionales, niveles de sueldo, probabilidades de ser contratado y expectativas de crecimiento profesional;

b) Una corrida financiera en donde se estime el valor presente del costo de una carrera universitaria y se exploren diferentes escenarios de sueldo y crecimiento;

c) Un análisis de cuáles serían las carreras, trabajos e industrias del futuro y qué universidades conectan mejor con esos pronósticos.

En otras palabras, es rara la decisión que realmente se basa en el costo-beneficio, actual o proyectado hacia el futuro, de una licenciatura o ingeniería.

Con esto no estamos proponiendo que los jóvenes ignoren su sentido de vocación o gustos personales. A veces ni el análisis más detallado y claro sobre los riesgos de una carrera podría disuadir a un chico de “seguir el llamado de su corazón”. Pero la verdad es que, por un lado, muchos de los jóvenes -y sus padres- ni siquiera están eligiendo con base en un sentido de  vocación, y por otro, las consecuencias laborales, económicas y psicológicas de una elección “romántica” pero mal atinada son… todo menos románticas.

Lo que hace falta es un mayor uso de información e incluso que los consumidores de la educación exijan más datos por parte de las universidades. En vez de decidir al aventón, nos parecería utilísimo que los jóvenes y sus padres se esforzaran por identificar las competencias o habilidades que cada carrera ofrece -¿análisis de mercado? ¿herramientas estadísticas y de probabilidad? ¿razonamiento matemático? ¿argumentación? ¿programación por objetos? ¿pensamiento de sistemas?-; que intentaran identificar la demanda presente y futura que tendrían dichas competencias; que le exigieran a las universidades donde están considerando inscribirse que éstas les proveyeran información detallada sobre la contratación de sus egresados (¿dónde trabajan? ¿en qué industrias? ¿cuánto ganan? ¿cuál es su trayectoria a los diez a años de haberse titulado?); y que con miras a una mejor colocación laboral, procuraran que la carrera y universidad elegidas hicieran uso intensivo de prácticas profesionales o de campo, pues éstas ayudan a garantizar que el plan de estudios realmente conecte con las necesidades de la economía, le brindan al estudiante experiencia desde antes de graduarse -y a menudo un pequeño ingreso económico-, y, si el estudiante se desempeña bien en su práctica, vuelven más probable que al graduarse tenga ya una oferta de empleo.

Estos argumentos son igual de válidos para carreras económico-administrativas que para ciencias exactas, ciencias sociales o humanidades. De hecho, entre más “teórica” es la carrera, más importante es que el chico se proteja buscando hacerse de habilidades que, pase lo que pase el día de mañana, le ayuden a tener un ingreso, ya sea trabajando dentro de una organización o de forma independiente. (Sorpresa: los jóvenes que eligen las carreras menos “empresariales” son a menudo los que acaban volviéndose más empresariales para obtener un ingreso, haciendo proyectos freelance por aquí y allá, dando clases, montando un sitio de internet para promoverse, poniendo un negocio, etc.)

Entendemos que mucha de la información o análisis que mencionamos aquí no están al alcance de las familias. También sabemos que muchas universidades no tienen el menor incentivo a ofrecer dicha información. ¿Para qué complicarse la vida y darle colmillos al cliente? Sin embargo, entre más avispados seamos los consumidores de la educación, entre más pensemos en el aprendizaje de competencias y menos en la licenciatura o ingeniería como una carísima “caja negra” que mágicamente brinda un empleo, entre más le exijamos a las universidades, y entre más nos alejemos del “pus nomás” o del “para no llevar matemáticas” como argumentos para elegir carrera y universidad, más obtendremos de la educación superior -y de nuestro gasto en ella, por vía de colegiaturas o impuestos- como estudiantes, padres de familia y sociedad.

Pero, si aún tienes algunas dudas respecto a cómo elegir carrera adecuadamente, te recomendamos este curso en línea de la Universidad de los Andes, para que puedas desarrollar habilidades para tomar una decisión adecuada e informada. E independientemente de cuál carrera elijas, te recomendamos este curso en línea, que te servirá como una introducción al aprendizaje universitario. 

Conoce las oportunidades que te ofrece Fundación Beca para que puedas iniciar tus estudios en licenciatura, maestría, doctorado o algún curso dando clic aquí para más información.

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