Seguramente conoces a alguien que es o que fue becario. Incluso puede que tú lo hayas sido o seas uno en este momento. Es casi instantáneo asociar ser becario a la idea de «explotación». Y es que no es fácil la vida de los becarios en México. Largas jornadas, poca o nula retribución económica, y malos tratos de los «jefes». ¿Deberíamos hacer algo a respecto? ¿No es un problema tan grande como para poder atenderlo? ¿Es necesario que los universitarios sufran tal viacrucis sólo porque así se ha hecho siempre?
La inciativa de Ley de los Becarios en España
A finales de 2017, en el Congreso Español fue presentada una iniciativa de Ley para regular la figura de los becarios y de las prácticas profesionales. En ella se exponen los motivos por los cuáles se necesita dicha figura: combatir la precarización en la transición de la vida académica a la laboral. En razón de que muchas empresas utilizan a los becarios para sustituir puestos de trabajo y pagarles nada por ello. Es decir que, universitarios españoles desempeñan funciones equivalentes a un trabajador de tiempo completo, sin derechos laborales y con nulas prestaciones económicas ¿Suena conocido?
La iniciativa que en breve será discutida por el Congreso contempla lo siguiente: sólo las universidades podrán establecer convenios con empresas u otras instituciones para las prácticas. Jornadas no mayores a 5 horas diarias. Con dos días de descanso, por lo menos. Con un salario mínimo interprofesional y los gastos de manutención y alimentación pagados por las empresas. Pero sobre todo, cada empresa debe tener un programa formativo relacionado con los planes curriculares de las universidades. Con esto se busca acabar con las empresas que buscan abusar de los estudiantes. Ya no más sacar copias y llevar cafés. Algo así como el programa de becarios de Google o los ofrecidos por Pro Meritum.
El caso de los abogados y médicos
Se supone que los becarios realizan actividades de acuerdo a su formación universitaria, pero muchas veces eso se queda en la pura teoría, pues en la práctica se les utiliza como los «Ejecutivos B». ‘B’ por los tamales, las tortas, el café, las copias y un largo etcétera. Lo anterior de ninguna forma es aprender.
La situación se torna aún más preocupante para los estudiantes de medicina o derecho. En el primer grupo, que incluye a los médicos internos de pregrado y pasantes de servicio social, no son pocas las denuncias de explotación laboral, largas jornadas de trabajo y humillaciones que sufren los estudiantes. Para los pasantes de Derecho, la situación no difiere mucho en cuanto a las bajas o nulas retribuciones económicas y a los continuos riesgos que se exponen al llevar promociones a los juzgados, muchas veces sin cobertura de seguro médico alguno.
Pero las características de precariedad laboral son una constante entre universitarios de cualquier carrera. Sin embargo, parece que nadie desea hacer nada para que dicha situación cambie. Pareciera que es un mal necesario; un escalón más hacia el éxito de la vida profesional. Sobretodo cuando la falta de experiencia laboral antes de egresar es una gran dificultad para emplearse. No por nada la Encuesta Nacional de Egresados 2016 muestra que el 48% lo considera como el principal obstáculo.
¿Qué debería hacer México?
La incorporación de los alumnos al mercado laboral es uno de los puntos más relevantes de la educación en México. Un punto en el que se ha fallado y nadie quiere hacerse responsable. A excepción de algunas iniciativas para universitarios como Pro Meritum, ni las universidades ni los políticos parecen interesarse en acabar con la precariedad laboral y explotación de los becarios.
Aunque la iniciativa en España no es promulgada, es tiempo de que en México rescatemos el mismo espíritu. Incluso el Consejo Europeo se ha pronunciado para <<terminar con el abuso de las prácticas fuera de la educación formal que pretenden sustituir al empleo de calidad en los jóvenes>>. En ese mismo sentido, también se ha pronunciado la Encuesta Nacional de Egresados. Tanto las prácticas, como el servicio social, deben de transformarse en programas que impulsen el fortalecimiento de la formación de los alumnos y no sólo un requisito, siempre y cuando se garanticen las condiciones mínimas para respetar los derechos humanos de los universitarios. Para ello será necesario una vinculación tri-partita entre universidades, empresas y el gobierno.
¿Qué tan lejos crees que estemos para reivindicar los derechos de los becarios? Aquí podrás revisar la iniciativa del Congreso Español y, por acá, podrás checar los resultados de la Encuesta Nacional de Egresados 2016. Y no olvides contestar la ENE de este año y poder ganar alguno de los premios.