¿Los ninis son ociosos en realidad?

Continuamente vivimos una paradoja sobre la educación universitaria: por un lado, sabemos que un título de licenciatura apenas garantiza un trabajo que permita vivir (en algunos casos ya no basta con eso) pero, por otro lado, el no tener el título dificulta ampliamente el acceso a un mejor nivel de vida. Y, aunque hoy es más sencillo acceder a la educación universitaria que hace 20 ó 30 años, la riqueza y el poder adquisitivo de las familias no ha aumentado, por lo que escoger entre seguir estudiando o trabajar es una decisión que muchos jóvenes tienen que tomar hoy en día. Aquí te presentamos una reflexión sobre el fenómeno de los ninis y los sisis.

¿Descripción gráfica de un nini? | Imagen: Giphy

¿Los ninis son ociosos?

Quizá ya estés familiarizado con el término de nini, es decir, alguien que ni estudia ni trabaja pero, ¿ya habías escuchado el término sisi? Se refiere a alguien que además de estudiar, también trabaja. Pero ambos están íntimamente relacionados con la deserción escolar.

De acuerdo con el estudi‘Millennials en América Latina y el Caribe: ¿Trabajar o estudiar?’ del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el fenómeno de los ninis, al contrario de lo que la cultura popular piensa, no son jóvenes que dedican su tiempo al ocio o la recreación; por el contrario, encontraron que la mayor parte de su tiempo la ocupan para el trabajo doméstico o para el cuidado de terceras personas; sin embargo, Leyva y Negrete (2014) hacen una reflexión al respecto pues: «¿hasta qué punto pudiera decirse sobre ellos que la prioridad para atender el hogar es una decisión tomada o quizás una condición impuesta?”

Por un lado, el BID encontró que dentro de las causas de este fenómeno social son diferenciadas: para las mujeres, la deserción escolar no tiene una relación necesariamente directa con la necesidad de conseguir un empleo, sino que se relaciona con estereotipos de género y roles tradicionales que persisten en la sociedad. 

Ninis y sisis: dos caras de la misma moneda

El estudio realizado por el BID, diferencia entre los jóvenes que se dedican completamente a los estudios; los que estudian y trabajan (sisis) y los que no estudian ni trabajan (mal llamados ninis) y los compara en tres aspectos importantes: las expectativas, las aspiraciones y el núcleo familiar.

Aspiraciones

La aspiraciones entre los tres grupos resultan diferentes, pues entre los jóvenes que se dedican sólo a estudiar, sus aspiraciones son entrar a la universidad de su elección; por otro lado, los jóvenes que estudian y trabajan, aspiran a encontrar un empleo digno, bien pagado y que les permita formar una familia.

Sin embargo, para el caso de los ninis, al tener estudios truncos, ya sea de nivel medio superior o superior, ellos esperan encontrar un empleo más digno, aunque aceptarían un salario menor en comparación con jóvenes de los demás grupos; además, entre los ninis sólo el 66% aspira a la educación universitaria, mientras que entre los estudiantes, este porcentaje es de alrededor del 89%. A su vez, la brecha en expectativas salariales entre ninis y estudiantes, se encuentra entre los 43 dólares (830 pesos) para educación básica y media y los casi 105 dólares (2.000 pesos) para educación superior; es decir, el simple hecho de terminar una licenciatura permite aspirar a un salario más del doble de grande que alguien que sólo tiene la educación básica o media superior.

Expectativas

Las expectativas que los jóvenes tienen sobre sí mismos se diferencian dependiendo del grupo al que pertenezcan: así pues, los que sólo se dedican a estudiar esperan dedicarse a sus estudios de tiempo completo, mientras que los que estudian y trabajan esperan encontrar estabilidad laboral y un empleo con prestaciones laborales. En contraste, los jóvenes con educación trunca respondieron que seguirán trabajando para obtener los recursos y completar su formación profesional, mientras que los ninis no respondieron por lo incómoda que resulta esta pregunta.

Sin embargo, hay una creencia equivocada al respecto de que los ninis son ociosos, pero la investigación del BID encontró que los ninis dedican cuatro horas más al cuidado de sus hijos, 1.3 más al cuidado de otros miembros del hogar, y dos más a labores domésticas que los jóvenes que trabajan y/o estudian. Las horas de ocio son prácticamente las mismas que para aquellos que sólo estudian o para aquellos que estudian y trabajan.

La formación de los padres

Algo interesante es que resulta que existe una relación de los padres con el logro educativo de los jóvenes nini y de los que solo trabajan se asocia a un menor logro educativo de sus padres. Por un lado, los padres de los jóvenes que solo estudian y de los que estudian y trabajan, además de estar casados en mayor proporción, tienen una escolaridad superior a la de los padres de los otros jóvenes. Y los jóvenes que solo estudian y los que estudian y trabajan tienen una mayor movilidad educativa ascendente que los jóvenes que solo trabajan y que los ninis.

Un problema estructural

Las evidencias encontradas por el estudio del BID al respecto de la ocupación de los ninis en tareas domésticas y en cuidado de terceros sugieren que, más que una decisión autónoma de los propios jóvenes, puede deberse a un problema estructural que no se había querido atender desde que el rector de la UNAM anunció en 2010 que había 7.5 millones de ninis en el país. Con la llegada del programa ‘Jóvenes Construyendo el Futuro’, la política pública del propio gobierno federal para atender a este sector de la población se enfoca en dotarlos de habilidades para que posteriormente puedan conseguir un empleo formal, así como de atención médica y hospitalaria a través del seguro social. Sin embargo, la solución para atacar las causas que dan origen a los ninis tendrían que estar acompañadas con leyes que beneficien a las empresas al contratar talento joven, pero eso lo abordaremos en otro artículo.

Fuentes:

Negrete Prieto, R. & G. Leyva Parra. “Los NiNis en México: una aproximación crítica a su medición”, en: Realidad, Datos y Espacio Revista Internacional de Estadística y Geografía. 4(1). México, INEGI, 2013, pp. 90-121.

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