A mi alrededor hay muchas personas con una trayectoria laboral en el sector público y resulta muy interesante ver que su experiencia puede ser radicalmente diferente a lo que se dice de trabajar en el gobierno. Es muy común que al término “burócrata” se le atribuya un sentido negativo (ineficiente, flojo, parásito, grillo, etc.), particularmente porque el contacto que solemos tener con el gobierno es a través de trámites y servicios que en muchos casos tienen una enorme oportunidad de mejora. Sin embargo, detrás de esta reputación hay también mucho de prejuicio producto del desconocimiento de quienes no hemos trabajado en el sector público. De entrada, no se puede meter en el mismo costal a todo empleado de gobierno dada la diversidad de funciones, áreas y cargos.
De lo que no debiera haber duda es que, tan solo por la cantidad de personas que emplea, el sector público es una opción de desarrollo profesional que hay que considerar y que hay que conocer más antes de descartar. Con ese objetivo en mente pasé la última semana recopilando testimonios de cómo es trabajar en el gobierno. Consideré tanto a personas con experiencia laboral en la administración pública federal y/o estatal, como a personas que han trabajado en el Congreso y en el Poder Judicial. Aquí los seis puntos que me parecieron más importantes:
1. No son políticos
La mayoría de las personas que laboran en el sector público no son parte de la discusión política que vemos en los medios, no aspiran a un cargo de elección popular e, incluso, no tienen afiliación a algún partido político. Desde luego que además de los cargos de elección (diputados, senadores, gobernadores, presidente, etc) hay puestos tradicionalmente reservados para políticos como son las secretarías, tanto en el ámbito federal como estatal, pero debajo de eso en el organigrama empieza a ser más visible la experiencia técnica de los perfiles que su trayectoria política.
2. Estructura vertical
La estructura de gobierno es muy jerárquica, lo que crea una cultura de trabajo muy ceremonial donde las formas tienen mucho peso y son parte de las actividades rutinarias, desde cómo se envía un correo hasta cómo te refieres a tus superiores. Si bien esto puede variar en función al tipo de liderazgo de la cabeza del área o por el perfil de quienes la componen (por su edad o experiencia profesional previa), la interacción con otras áreas o dependencias siempre obliga a tener a la mano el protocolo. Este tipo de estructura y sus formas, sobre todo cuando no hay planeación, refleja ineficiencia en la operación y frases como “Hay veces que no tengo nada que hacer por tres horas, pero no me puedo ir porque llega mi jefe a las 7 de la noche con varias tareas, y a esa hora empiezo a trabajar de verdad.”
3. Son parte de un equipo
En esto el gobierno es muy parecido al fútbol, cuando llega un nuevo Director Técnico no viene sólo, trae a un equipo de trabajo con él. En el sector público las personas se mueven en equipo y, muy frecuentemente, como resultado de la movilidad de la cabeza del mismo. Esto puede crear mucha incertidumbre, ya que pareciera que tu trabajo nunca está seguro. Por esta situación varios servidores públicos me dicen que el crecimiento profesional no está en quedarte mucho tiempo en un trabajo, sino moviéndote, porque es lo que te permite mantener una red de contactos profesionales que te aseguren tener trabajo.
4. El mérito sí importa
Si bien ser parte de un equipo y tener una red de contactos es fundamental para el desarrollo profesional en el sector público, las palancas no lo son todo. Un buen desempeño sí puede asegurarte tu trabajo en épocas de transición política (porque eres la persona que sabe cómo funcionan las cosas, particularmente en áreas técnicas) o, bien, asegurarte un lugar dentro de tu red profesional (por muchas relaciones que tengas eventualmente nadie cargará contigo si tu desempeño previo no ha sido satisfactorio).
5. Son la autoridad
Para muchos trabajar en el gobierno es la oportunidad de especializarse a tal grado en la operación de un tema que se convierten en una figura de autoridad en el mismo, con conocimiento que difícilmente se puede adquirir desde cualquier otra posición interesada (consultoría, opinión pública, periodismo u organizaciones de la sociedad civil). Esta condición abre incluso oportunidades de desarrollo fuera del gobierno en función al tema, desde en sector privado hasta en organismos internacionales.
6. Responsabilidad
Con la autoridad viene un alto grado de responsabilidad en las decisiones que toma en servidor público. Hay quien disfruta de esa responsabilidad, ya sea por la oportunidad de tomar la mejor decisión posible o por la sensación de control que le provee, pero también puede ser un elemento que obstaculiza e, incluso, paraliza la toma de decisiones, particularmente por sus repercusiones administrativas, políticas y legales. En todo caso, el tema responsabilidad parece ser una ocupación constante.
Estos son sólo seis características que me parecieron muy representativas del trabajo en el sector público y desde luego no podrían abarcar toda su complejidad ni sus distintas áreas de especialidad.