Si todavía eres de los que cree que, el hecho de tener un título universitario es garantía de conseguir un buen empleo, no te sorprendas cuando en un futuro nadie quiera contratarte porque actualmente, lo que más pesa en una entrevista de trabajo, son las soft skills o habilidades blandas, lo que podría ser la diferencia entre ser el contratado o que tu CV termine en el cesto de la basura. Éstas, se diferencian de las habilidades rígidas y se pueden clasificar en intrínsecas o extrínsecas, pero, sobre todo, no se enseñan en las universidades y nadie entiende el por qué.
Habilidades rígidas vs Habilidades blandas
Aquel psicólogo que haya encapsulado estos dos tipos de habilidades laborales, no tenía ni idea de lo que estaba hablando porque, las habilidades rígidas son más bien técnicas y las habilidades blandas no tienen nada de fáciles, en realidad son duras y difíciles de pulir. Por un lado, las hard skills, están representadas por todo el conjunto de conocimientos que hayas juntado a lo largo de los semestres de la carrera, ya sea que los hubieras adquirido por un milagro o por quemarte las pestañas en la madrugada, se centran básicamente en tu habilidades lógico-matemáticas, uso de software e idiomas.
En cambio, las soft skills son las habilidades que has adquirido en la vida diaria, derivadas de tu inteligencia emocional y que guardan mucha relación con tu personalidad, son aquellas que te permiten integrarte de una mejor manera dentro del ámbito laboral y que te hacen, en mayor o menor cantidad, más agradable para tus compañeros de oficina. No, las soft skills no radican en ser el oficinista más platicado en la chamba o aquel que hace el favor a todos y trae el café con las tortas de tamal por las mañanas, sino que, se centran en la capacidad de una persona para liderar, comunicarse acertadamente, poder trabajar en equipo y entender los sentimientos y necesidades de los demás que giran en torno a maximizar la productividad dentro de la oficina, porque un buen ambiente de trabajo facilita el quehacer de los oficinistas del mundo.
En realidad, las habilidades duras no están peleadas con las habilidades blandas, pero para un reclutador, el poseer un título universitario es garantía de que adquiriste con éxito las habilidades rígidas pero las habilidades blandas no te lo enseñaron en las aulas y es por eso que pesan más que lo que te puedan enseñar en la universidad, porque el mercado necesita perfiles con soft skills y es muy probable que, de tu generación de graduados universitarios, sólo un 10% sepa cuáles son y su importancia. Y temo decirte que ese 10% le lleva una extraordinaria ventaja al otro 90%.
De adentro y de afuera
Quizá poseer altas habilidades blandas sea tan complicado para algunas personas como las matemáticas en la secundaria, pero es muy fácil darse cuenta quién las posee y quien no; por un lado, un buen líder que inspire confianza y cuyos colaboradores se sientan cómodos de interactuar con él, es claro que posee buenas soft skills, pero en cambio, aquel que siempre se queja a la menor petición y que conscientemente sus compañeros tratan de evitar para no contagiarse de su “pesimismo” o mala actitud, si bien, su personalidad puede influir en su comportamiento, también quiere decir que, sus habilidades blandas están por los suelos y nadie quiere interactuar con esa persona.
Así que, las soft skills pueden distinguirse en dos grandes grupos: intrínsecas y extrínsecas. El primero tiene que ver con la manera en que las personas interactúan con sí mismas: la autoestima; la capacidad de reflexión y autocrítica; la resiliencia y perseverancia; la gestión emocional; el pensamiento divergente; la integridad, la resiliencia y la responsabilidad personal, son sólo algunos ejemplos. En contraste, las habilidades extrínsecas, versan sobre la forma en que se interactúa con los que te rodean: el trabajo en equipo, la empatía, la escucha activa, la gestión del tiempo, la adaptabilidad, la negociación, la capacidad de síntesis y argumentación y la resolución efectiva y armónica de los conflictos.
La tarea de universidades y empresas
Ya lo decía Pablo Lipnisky: “En el mundo educan para la competencia, y la competencia es el principio de cualquier guerra”. Las escuelas tienen este sistema sacado de Pokémon: “yo quiero ser siempre el mejor, mejor que nadie más”, cuando en realidad debería ser algo parecido a The Walking Dead: “hay un montón de zombies allá afuera, pero nos necesitamos el uno al otro para sobrevivir”. La tarea pendiente en los planes de estudio es la inclusión de las soft skills a la par de la asimilación de conocimiento pues, ambas son complementos y forman una simbiosis que los empleadores encuentran en muy pocos casos. Sin una reforma educativa basada en este equilibrio, muchos egresados seguirán perdidos tratando de iniciarse en el campo laboral.
A la par, las empresas deben orientar su necesidad de habilidades blandas hacia desarrollar la calidad humana y elevar los valores de sus trabajadores más allá de solo aumentar la productividad si no formar mejores personas que imparten positivamente a la sociedad pues, en esencia, las habilidades blandas deberían tratar de humanizar lo que podría sentirse como un ambiente frío y hostil, y traer consigo menos estrés, mejores relaciones entre los empleados y, sobre todo, días más felices en la oficina.
¿Cómo están tus soft skills? ¿Te consideras alguien cómodo para interactuar o trabajar? ¿O podrías ser el Grinch de la oficina?