“Modera tu consumo, toma mucha agua, no mezcles tragos, come algo, evita las bebidas dulces…”. Los consejos para evitar la resaca o “cruda” todo mundo se los sabe de memoria pero no todo mundo los aplica.
Aquí queremos hablar de otro tipo de resaca que es peor, más duradera y costosa: la cruda post-universitaria.
Por lo general esta “cruda” comienza después de tres o más años de estudiar y en varios casos, después de gastar miles de pesos (hasta más de un millón en caso de una universidad privada). Los síntomas de la “cruda” no son inmediatos; comienzan más bien cuando las ofertas de trabajo no llegan, los “altos sueldos” no aparecen o las condiciones de trabajo ofrecidas no corresponden a las de un “naciente líder” como tú.
Como tristemente para este padecimiento no hay antiácidos ni remedios caseros, a continuación te ofrecemos la primera parte de nuestro “Remedio para evitar la cruda después de la graduación”, que tal vez sepa feo (y cueste) pero hará una gran diferencia cuando llegue el momento de dejar la escuela y entrar de lleno al mundo laboral.
Primer ingrediente: desarrolla habilidades… no sólo conocimientos
Tener conocimientos y saber muchas cosas es muy importante, pero si no sabes aplicarlos no serás muy distinto a Wikipedia, sólo que Wikipedia es gratis, no se queja, no duerme y constantemente se actualiza (¿puedes competir contra eso?). Por lo tanto, enfócate más bien en desarrollar habilidades laborales –la aplicación real de esos conocimientos- en tus años como estudiante. Las habilidades serán a tu carrera profesional lo que beber agua durante la fiesta, a tu bienestar el día siguiente a la graduación.
Qué hacer antes de tu graduación
Durante la carrera debes preguntarte: ¿Qué sé hacer? ¿Qué tipos de análisis, modelos, software o tecnologías puedo usar? ¿Qué clase de problemas organizacionales y administrativos sé resolver? ¿Qué tipo de ideas, oportunidades y soluciones soy capaz de generar? ¿Cómo puedo aplicar lo que estoy aprendiendo? ¿Qué puedo “venderle” a una empresa o cliente?
Es importante que durante toda la carrera busques desarrollar habilidades “duras” (análisis numéricos, programación, manejo de software, herramientas de análisis, administración de procesos, etc.) así como “suaves” (liderazgo, trabajo en equipo, negociación, comunicación efectiva, persuasión, ventas, tolerancia al estrés, etc.).
Mientras que por lo general las habilidades “duras” se desarrollan dentro del salón de clases, las “suaves” se trabajan fuera de éste. Nunca subestimes el impacto que pueden tener en tu CV y en las primeras etapas de tu carrera profesional un buen promedio y una buena cantidad (y calidad) de actividades extracurriculares (proyectos en la sociedad de alumnos, intercambios y cursos de verano, competencias y talleres, proyectos académicos, organización de campañas para recaudar donativos, entre otras).
¿Qué tan importantes serán tus habilidades al buscar empleo? En un estudio mundial reciente llevado a cabo por McKinsey & Co. se encontró que para el caso de México, casi 40% de los empleadores señalaban la “falta de habilidades” como la razón principal de las vacantes de primera entrada que tenían.
Qué hacer después de tu graduación
Es malo que termines la carrera sin experiencia profesional; es terrible que además no hayas desarrollado habilidades qué ofrecer al mercado y a los empleadores.
Si caes en este último caso, es muy probable que empieces a trabajar en un empleo poco atractivo, mal remunerado, con poca visibilidad y con un futuro poco promisorio. Si ese empleo es además muy operativo, simple, repetitivo y de poco valor agregado, será difícil que puedas desarrollar las habilidades que no desarrollaste en la escuela. Si te encuentras en esta situación, un remedio es que busques entrar a una “empresa-escuela”, es decir, una organización donde quizás no ofrezcan un sueldo atractivo ni muchas prestaciones y requieran un buen número de horas y mucho esfuerzo de tu parte, pero donde sí podrás (1) desarrollar habilidades “duras” y “suaves”; (2) obtener conocimientos de la industria; (3) hacer contactos y relaciones y (4) adquirir experiencia.
Segundo ingrediente: busca la oferta de trabajo… no esperes que llegue a ti
Existen diferentes tipos de entrevista de trabajo. Entender cómo funcionan y para qué sirven te ayudará a prepararte mejor para ellas y a no sentarte delante de tu entrevistador como “conejo lampareado” a media carretera.
Busca trabajo (mucho) antes de tu graduación
Durante tu estancia en la universidad averigua cuáles son los mejores mecanismos para entrar en contacto con reclutadores y aplicar a las distintas ofertas de trabajo. La bolsa de trabajo universitaria es sólo uno de muchos recursos y no siempre es el mejor.
Esta primera búsqueda de trabajo será una buena oportunidad para descubrir y aprender (en caso de que aun no lo hayas hecho) el importante papel que van a tener tus contactos y “conocidos” en tu futuro profesional. Así que aprovecha a tus profesores (tanto a los que están en la universidad tiempo completo como a los externos que sólo dan una clase o dos); piensa en ellos como posibles reclutadores y recomendadores.
Otro tipo de actor que puede ser muy importante es el Coordinador de Carrera, pues suele ser un vínculo ideal entre alumnos, exalumnos, empresas y autoridades escolares. Al Coordinador de Carrera te lo ganas con un buen desempeño en tus clases y manteniéndote en contacto con él o ella. No es lo mismo enfrentar la “cruda” solo y por largo rato, que acompañado y salir de ella rápido.
Acelera (mucho) la búsqueda después de tu graduación
Si el lunes siguiente a la graduación aún no tienes empleo ya vas algo tarde. A partir de este momento empieza un peligroso conteo en el cual, por cada mes que pase y no estés trabajando ni estudiando, tendrás que encontrar una mejor “explicación” para justificar porqué estás inactivo. Además, cada año se gradúan más profesionistas, muchos de ellos incluso mejor preparados que tú. Si te tardas mucho, tu competencia sólo incrementará.
Encontrarte en esta situación es como hallarte después de la fiesta con dolor de cabeza, sin forma de regresarte, sin dinero para un taxi y con las llaves de tu casa perdidas. En este caso, ¿qué hacer? Utiliza los canales que ofrece tu universidad (bolsa de trabajo, directivos de carrera y exalumnos). No bombardees a las áreas de recursos humanos con correos y llamadas; mejor consigue contactos que te enlacen con empresas y áreas que sí están ofreciendo trabajo en ese momento. Hagas lo que hagas, evita extenderte seis o siete meses después de tu graduación todavía buscando empleo.
Y sigue…
Los ingredientes de nuestro remedio no terminan aquí. Hay varios otros, igual de importantes que estos. En la parte II de este artículo los describiremos.
Y a ti, ¿te pegó la cruda post-universitaria? ¿Cómo sucedió? ¿Cuál fue tu cura?