Tengo 10 felices años en el mundo laboral. Si bien no es experiencia suficiente para que escriba un libro sobre cómo volverte el CEO de la compañía (ni para vender tu Ferrari, encontrar tu queso, descubrir el secreto, etc.), si es suficiente para darme cuenta de dos cosas: primero, que mucho de lo que me dijeron respecto a cómo ser exitoso profesionalmente cuando era un poco más joven no ha resultado ser tan importante y; segundo, que las personas más exitosas que conozco comparten ciertas características que han sido determinantes en sus logros. A continuación las que considero más importantes:
1. Empezaron pronto.
Y por empezar pronto no me refiero necesariamente a que se consiguieron un trabajo de becario a los 18 años y escalaron todo el organigrama de la empresa. Me refiero a que comenzaron muy pronto a experimentar con el trabajo (remunerado o no, formal o no), incluso, en tareas que parecieran de poco valor, pero que les dieron conocimiento que nunca hubieran aprendido en un aula y que han sabido utilizar. Conozco a quien ya hacia fiestas masivas antes de los 20 (conseguía patrocinadores, contrataba seguridad, gestionaba permisos, etc.) y 10 años después, obviamente, produce eventos extraordinarios. Pero también conozco a quien el trabajar en un mostrador de servicio al cliente (en una empresa con un pésimo servicio) a una edad muy temprana, le hizo la persona más joven en entender el concepto “out of the box” (si quería apoyar al cliente tenía que buscar soluciones alternativas porque la empresa no facilitaba nada).
2. Encontraron un nicho.
“Quiero trabajar en una empresa trasnacional que me permita crecer y me de proyección internacional”, he leído en casi todos los CV de recién egresados que he visto. Y si bien algunos de verdad tienen esa aspiración, la mayoría la repiten por falta de conocimiento de las oportunidades reales que hay en el mercado laboral (o porque escucharon ese discurso de sus padres o profesores). Algunos de mis amigos más exitosos probablemente lo son porque poseen una competencia particularmente escasa en su industria y no porque mandaron su CV a las 500 de Expansión. Una comunicóloga con buena capacidad numérica y estadística se ha vuelto la mejor directora de cuentas en una agencia (no sólo entiende el servicio, sabe cuánto cuesta y cómo hacerlo más eficiente). Un administrador con habilidades sólidas de planeación estratégica ha sido más cotizado, para su experiencia profesional, en asociaciones civiles (con carencias estratégicas) que en las empresas de la industria donde inició su vida laboral.
3. Sí les gusta su trabajo.
No digo que con que te guste ya estás encaminado al éxito pero sí que, de verdad, no conozco a nadie que se queje habitualmente de su trabajo o lo sufra mucho y sea exitoso (igual y es que no tengo amigos mártires). En cambio, sí puedo decir que conozco a quien amaba el futbol americano (jugó años) y muy pronto tomó la decisión profesional de dedicarse al periodismo de ese deporte. Después de escribir en su blog, páginas de internet y medios no tan populares, hoy lo veo en mi Facebook cubriendo más partidos en vivo de la NFL que Toño de Valdés.
4. Siguen aprendiendo.
Estudiar un posgrado ha sido una decisión inteligente para quienes su crecimiento profesional está ligado a la academia, opinión pública o, incluso, gobierno. Esto tanto por la utilidad del conocimiento adquirido como por las expansión de sus redes profesionales. Sin embargo, también veo que continuar aprendiendo por vías alternas a un posgrado ha sido valioso para otros campos profesionales. Tomar clases de fotografía, cocina, pintura y hasta box le ha dado a un creativo referencias que no se encuentran en una lluvia de ideas entre cuatro muros. Viajar y, sobre todo, trabajar en otro país es una forma genial de perfeccionar un idioma (obvio) pero también de desarrollar una perspectiva laboral global (el mejor trabajo para ti puede no estar aquí).
5. Sirven a los demás.
A diferencia de la imagen que suele tenerse de un jefe (dando órdenes sentado en un trono) he descubierto que las personas que más han crecido profesionalmente en mi entorno son aquellas que son valiosas en todo equipo de trabajo por el servicio que dan a los demás y por su contribución a resolver problemas, no a delegarlos. Así que si eres el tipo de persona a la que sus compañeros o empleados prefieren no pedirle su opinión, probablemente eres menos útil de lo que crees, no importa lo que diga el organigrama.
Estas son sólo cinco características. Seguro hay más, pero no conozco persona que posea las cinco y no le vaya súper bien.