Student Engagement (o cómo combatir la deserción)

A muchos estudiantes de preparatoria se les vende el sueño de que los estudios universitarios son la clave para la movilidad social, es decir, para mejorar sus condiciones de vida; y aunque la realidad sea muy diferente a lo que promete la creencia popular, el sueño de culminar una carrera universitaria se puede ver truncado por diferentes factores que van desde lo económico, hasta lo emocional. La deserción escolar se puede presentar en cualquier momento de la carrera, no necesariamente en los primeros semestres cuando uno se da cuenta que en realidad eso no es lo suyo y se opta por otra carrera más afín a los gustos del individuo. Sin embargo, la situación sobre la deserción universitaria en México es alarmante: los últimos datos presentados en el Anuario Estadístico de Educación Superior de la ANUIES muestran que, en promedio, de los estudiantes que entran a una licenciatura, sólo logrará egresar el 57.7%, aproximadamente uno de cada dos.

Entonces ¿Qué hacer para evitar que los estudiantes dejen la universidad? En primer lugar se encuentra la responsabilidad de los gobiernos para asignar más presupuesto destinado a becas académicas con el fin de evitar la deserción universitaria, pero también, se encuentra la labor que pueden hacer las universidades con el mismo objetivo; para ello, una corriente pedagógica busca adaptar la receta que utilizan los alumnos de excelencia; interés, esfuerzo y compromiso, pero aplicándola a un nivel completo en las universidades: el Student Engament, es decir, entornos ricos de aprendizaje, esencialmente tres, mejores maestros; mejores incentivos y mejores instalaciones.

La justificación versa sobre la relación que existe entre la motivación del estudiante y su nivel de esfuerzo en la escuela, porque esto irremediablemente afecta el resultado final; tanto la permanencia, como las calificaciones. En primer lugar, el antiguo rol del profesor que sólo acude a dar clases simple y llanamente, debe quedar descartado y la libertad de cátedra de los propios profesores, debe de flexibilizarse para priorizar planes de estudio en donde las materias se relacionen entre sí y no sean sólo conocimientos aislados, además de incorporar  metodologías y practicas pedagógicas basadas en casos reales y prácticos desde los primeros semestres.

Por parte de las autoridades universitarias, la mejora de las instalaciones que se utilizan para asimilar conocimiento, tales como salones de clase, bibliotecas u otros sistemas virtuales, deben de modernizarse para servir al estudiante. En otras palabras, se debe de invertir en el learning analytics y el uso de TIC’s para generar entornos de aprendizaje personalizados para cada alumno y predecir cuándo los alumnos podrían estar en riesgo de desertar para actuar antes de que suceda. Y al mismo tiempo, incorporar a los alumnos en los procesos de toma de decisiones de la propia universidad sobre aquellos temas que les afectan, creando mecanismos que les permitan obtener resultados tangibles acerca de la incidencia que pueden tener en la universidad.

Y un último aspecto que se debe mejorar, es incluir dentro de los deberes de los estudiantes, actividades lúdicas, culturales o deportivas que también aporten créditos para la licenciatura que están cursando. No basta con saturar las agendas universitarias con exámenes, tareas y conferencias, sino que también, se debe de permitir el tiempo para incorporar actividades que le permitan desestresarse y desarrollarse al mismo tiempo: teatro, box, futbol, danza, natación, música o cualquier otra actividad complementaria que lo haga sentir que además de ocuparse de su futuro al estar estudiando, también se ocupa de su mente y cuerpo.

Las mejores universidades en el mundo saben sobre el círculo virtuoso que existe en los entornos ricos de aprendizaje y la relación que tienen con estudiantes motivados. En México, las universidades deberían de voltear a ver al Student Engament para reducir sus índices de deserción, especialmente universidades como la Universidad Autónoma Metropolitana, en donde sólo egresan poco más del 30% de sus estudiantes. De esa forma podremos mejorar la enseñanza de la educación superior y combatir la deserción en un país donde la educación universitaria es casi un privilegio pues, aunque se presuma de la creación de más y más espacios en las universidades autónomas y públicas en la realidad, de acuerdo al último Reporte de Capital Humano del Foro Económico Mundial,  sólo el 24% de la población en México posee un título universitario y tan sólo 1 de cada 1000 mexicanos logrará ser profesionista.

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