Buscar un empleo implica muchas cosas: esperanza de poder encontrar algo que te gusta; un gasto considerable de tiempo para hacer un CV genial; engorrosas entrevistas que te ponen a sudar como puerco; esperar por horas y días llamadas que nunca llegarán; y con algo de suerte que, te llamen para decir que has sido contratado. Aunque después de haberlo comentado con los padres amigos y la almohada; después de evaluar los pros y contras; y de librar una batalla psicológica para tomar la decisión: al final te ves envuelto en la necesidad de rechazar la oferta.
Diversas pueden ser las razones para declinar un ofrecimiento laboral, pero es regla general que, a cualquier candidato le puede dar pena decirle al reclutador “Dice mi mamá que siempre no…”, sobretodo, por miedo a perder oportunidades en un futuro. Pero recuerda que, un proceso de contratación requiere dos partes y ninguna empresa te estará haciendo un favor al contratarte (aunque los de recursos humanos piensen que sí). La honestidad será lo mejor para tu integridad y ética personal, y también para la empresa que te busca, así que toma nota de los siguientes consejos y ármate de valor para decirle al reclutador “Gracias, pero no, gracias”.
Actúa rápido
A ningún reclutador le agrada que el candidato que eligió se caiga del proceso de reclutamiento. Obvio tendrá una segunda opción para contratar, pero no será tan bueno como la primera opción, es decir, tú. Así que, no seas mala onda y en cuanto sepas que no vas a tomar el trabajo, deberás de inmediato informar al reclutador o al departamento de recursos humanos sobre tu decisión. La mejor opción es que lo hagas de forma presencial, aunque si no reúnes el coraje, puedes hacerlo por teléfono o enviándoles un correo electrónico, aunque puede ser considerado como descortés (aunque muchas empresas ni siquiera te envíen una notificación de que no fuiste contratado). Recuerda, tú tienes que dejar una buena impresión.
No inventes rollos
Es mejor ser conciso que inventar una historia digna de un libro de ciencia ficción como excusa para no verte tan mal. Pero he aquí el secreto, nunca digas que es culpa de la empresa, pues ellos no ofrecen suficiente para lo que buscas, porque los estarías despreciando. Es mucho mejor echarte la culpa a ti y a tus condiciones actuales, por ejemplo, puedes decir que el puesto de trabajo no se adecúa a tu plan de carrera o tu situación familiar no te permite adecuarte al horario en donde ellos te requieren.
También hay que tener cuidado si la razón por la cual se declina la oferta es por el salario. La oportunidad para averiguar si ellos pudieran pagarte un poco más, es durante la entrevista de trabajo y rechazar una oferta por el salario podría malinterpretarse como que tratas de que te den más dinero por tus servicios. Nuevamente, el que quiere dejar buena impresión, eres tú.
Y por último, sé agradecido
No es tu culpa ni la de la empresa el que no se haya podido llegar a un acuerdo laboral; simplemente no se dieron las condiciones adecuadas. Sin embargo, agradece siempre por el tiempo que se tomaron y por la oportunidad que te brindaron. Coméntale al reclutador si habría la posibilidad de que consideraran tu CV en el futuro cuando tus condiciones personales se mejoren.
No tengas miedo de hacerlo, al final, lo peor que te puede pasar es que no te vuelvan a considerar como candidato. No importa, empresas hay muchas, por eso siempre mantente actualizado en tu profesión y nunca dejes de aprender, porque tu aprendizaje no termina cuando recibes tu título sino que es para toda la vida.
¿Te has visto en una situación como ésta? ¿Crees que hay algo que también debemos de tomar en cuenta al rechazar una oferta de trabajo?