Hoy en día, las oficinas (de todo tamaño y de todo tipo) experimentan un fenómeno demográfico peculiar en el cual, tres generaciones conviven y comparten el espacio laboral. Es muy común encontrar a los Baby Boomers (nacidos entre 1946-1964), Generación X (1965-1979) y Millennials (1980-2000) un una misma empresa, área y oficina. Las diferencias de edad, estilos, preparación y experiencias ofrecen escenarios de potencial conflicto, tensión y malentendidos. Sin embargo, dentro de esa heterogeneidad se encuentran grandes oportunidades de aprendizaje y enseñanza.
Sin duda, las interacciones más interesantes se dan entre los Millennials y los Baby Boomers, con lo cual no resulta extraño que existen muchísimos artículos que tratan sobre lo poco compatibles que son estos individuos en la arena laboral y lo difícil que es formar un equipo de trabajo con ambas generaciones.
La película “Pasante de moda”, en inglés The Intern se basa precisamente en esta premisa y utiliza los estereotipos de los Baby Boomers y Millennials para resaltar el área de oportunidad para la interacción intergeneracional. El personaje de Anne Hathaway (Jules Ostin) es fundadora y directora de una startup de e-commerce exitosa pero con incertidumbre de cómo asegurará su escalabilidad. Como buen Millennial, Ostin, es totalmente dependiente de las redes sociales, laptop y smartphone para comunicarse dentro y fuera de su empresa, no tiene oficina propia porque detesta los espacios cerrados y la oficina está diseñada como un espacio abierto en el que todos trabajan por todos lados, busca un balance entre su vida privada y la vida laboral, carece de horarios fijos y su trabajo y objetivos le apasionan de tal forma que no le importa trabajar en exceso para asegurar el éxito de su compañía. Por el contrario, el Baby Boomer, representado por Robert De Niro (Ben Whitaker), es aquel que prefiere relacionarse con sus colegas en persona, prefiere hacer llamadas que mandar correos, jamás ha utilizado Twitter o Facebook y prioriza fijar su atención en una sola actividad en lugar de multitaskear. No te pienso arruinar la película ni mucho menos, pero como te podrás imaginar tan solo de ver el tráiler o de leer la premisa te imaginarás que el resto de la película se trata de cómo ambos personajes se empiezan a conocer y a reconocer sus fortalezas y de qué manera se complementan con sus propias debilidades.
Una manera de lograr esta sinergia entre los Baby Boomers y los Millennials puede darse a través de programas o sistemas de mentorías en los cuales los Millennials trabajan de cerca y, siguen cada paso de un Baby Boomer dentro de la empresa. De esta forma, los Millennials pueden aprender los aspectos mas micro o a detalle de los puestos gerenciales o directivos. Es decir, podrán aprender cuáles son los principales desafíos para la empresa a corto y largo plazo, cuáles son las fortalezas de la empresa, cuál es el plan de innovación y crecimiento, cuáles son las competencias más importantes y qué más se requieren (actualmente y en un futuro), entre otras.
Además, este contacto permitirá construir una relación de confianza en la que los Millennials puedan aprovechar para recibir consejos, especialmente en temas de competencias suaves o interpersonales –que son de las más difíciles de encontrar entre los más jóvenes. Por ejemplo, cuestionar y adquirir la sabiduría de los Baby Boomers para conocer: cómo iniciar y mantener relaciones profesionales, cómo promover la confianza entre los empleados, cómo mejorar e incentivar el trabajo en equipo, cómo motivar a la gente que trabaja con y para uno. En suma, la idea detrás de esta convivencia es que el relevo generacional se haga de la manera más positiva y que los conocimientos de lo más experimentados no se queden en sus cerebros. El propósito es reconocer las fortalezas de las distintas generaciones y utilizar su experiencia para construir un equipo de trabajo capacitado para enfrentar los retos del mundo laboral actual.