Malala Yousafzai, quien actualmente tiene 18 años (nació el 12 de julio de de 1997 en Mingora, Pakistán) estuvo a punto de morir en un atentado en el año 2012, el motivo es algo que quizá de pronto vemos como cotidiano, normal, un “derecho constitucional” (Art. 3° de nuestra Carta Magna) e, incluso, hasta aburrido: la educación.
En su biografía (Malala, mi historia publicado en 2013) narra cómo era su vida en un pacífico Pakistán (Swat) y la de su familia antes que Fazululla ordenará la expulsión de más de 50 mil niñas del colegio, y tuvieran que dar clases en secreto, sin embargo, lo más notorio de esta historia en curso (es más activista que nunca y su historia sigue escribiéndose), es su lucha por los derechos de las niñas y las mujeres a la educación, a la educación como derecho humano. Lucha que empezó desde que era sólo una niña.
En una de sus frases célebres Malala dice que “La educación, es la educación. Debemos aprender todo y después elegir qué camino seguir. La educación no es oriental ni occidental, es humana”.
Me es difícil asimilar cómo hay lugares donde pueden asesinarte por querer estudiar (y más aún si naciste mujer), sin embargo, es una realidad que acecha en muchos lugares, y leer a una persona tan joven que ha defendido sus ideales, es realmente inspirador, dándonos pauta para no poner pretexto al perseguir nuestros objetivos; Malala relata en su libro todos los esfuerzos que hicieron ella y sus padres por defender la educación (su padre era dueño de una escuela), y cómo en estos días sólo puede recordar los lugares, amigos, olores de lo alguna vez fue el hogar al cual no puede regresar. Pero nada de esto, como ella misma relata, hace que deje su lucha. De hecho, actualmente por medio de su fundación “Malala Fund” continua siendo la voz de aquellos a quien nadie escucha, ella sabe que está bajo constante peligro pero su deseo de ayudar es más fuerte que el preservar su propia vida o mantenerla de manera “normal” y tranquila.
Malala es la persona más joven en ganar el Premio Nobel de la Paz (2014), sus padres le pusieron el nombre de Malala por la gran heroína Pashtún, la joven Malalai, cuyo valor fue un ejemplo para sus compatriotas. Ella sigue escribiendo su gran historia, la cual parece que será más grande de lo que ya es a sus 18 años, no por sus cuantiosos premios, sino por la valentía al defender sus ideales y la de miles de personas privadas de la educación y derechos civiles fundamentales.
Algunos lugares donde puedes seguir a Malala son: