Junio es el mes del Orgullo. La época del año en que ciudades alrededor del mundo se pintan de arcoíris para visibilizar que las personas LBGT+ existen y son muchas. También, para recordar los motivos por los que se ha luchado durante décadas, para eliminar la discriminación y alcanzar la igualdad de derechos. Y, por supuesto, ¡para celebrar! Sin embargo, en muchos contextos, tener una orientación sexual diferente a la heterosexual aún es considerado como algo malo, y no son poc@s l@s que temen salir del clóset en su trabajo debido a eso. Por lo anterior, queremos compartirte cinco excelentes consejos para salir del clóset en la oficina.
Consejo #1: Tu orientación sexual no define tu trabajo
Hay razones sin sentido por las cuáles aún se teme salir del clóset en la oficina: discriminación, cambio en la actitud de los compañeros, chismes, incluso el despido. Sin embargo, tienes que tener muy en claro que tu orientación sexual no define el trabajo que haces y que no por ser gay/lesbiana/bisexual/trans tu trabajo es peor o vale menos que el de los demás colaboradores en la oficina. El trabajo debe de valorarse desde un punto de vista objetivo y, si al salir del clóset en la oficina, alguien no lo ve así, entonces está cometiendo discriminación.
Consejo #2: No te pueden despedir por ser LGBT+
En 2019, Armando Ocampo Zambrano se convirtió en el primer trabajador que ganó una demanda por haber sido discriminado por ser LGBT+ en su centro de trabajo. Abogado de profesión, fue despedido del despacho para el que trabajaba por «sus temas personales» un eufemismo para decir que lo corrieron por su orientación sexual. Tras una batalla legal, la justicia le dió la razón a este abogado, condenando al despacho a pagar una gran multa, resarcir el daño y tomar cursos para evitar la discriminación.
Con esto queremos decir que ninguna empresa o patrón tiene el derecho (o razón) de despedir a un empleado por su orientación sexual. Hacerlo es discriminar y no solamente tiene consecuencias laborales, sino que puede tener consecuencias civiles y hasta penales.
Consejo #3: Es una decisión personal
Puede que salir del clóset en el trabajo nos recuerde a aquella presión que se sentía en la escuela. Los chismes y comentarios fuera de lugar de algunos compañeros de trabajo, pueden contribuir como presión social para tomar la decisión de salir del clóset. Sin embargo, hay que dejar muy en claro que esto es una decisión personal y que nadie debe de sentirse presionado para hacerlo. Si tú has decidido compartir con tus compañeros de trabajo tu orientación sexual, empodérate y aborda el asunto con naturalidad. No tienes porque dar explicaciones que no deseas.
Consejo #4: Contribuye a la visibilidad
No, no nos referimos a que pongas una bandera arcoíris en tu escritorio (¡aunque estaría genial!). Simplemente nos referimos a que tú puedes contribuir a que otros colaboradores se sientan cómodos al salir del clóset. No sólo porque siempre es bueno tener una red de apoyo, sino también, porque las empresas obtienen beneficios al ser más diversas e incluyentes. Por lo que si dentro de tu empresa aún no hay un comité para la eliminación de la discriminación, ¡podrías acercarte a RR.HH. para formarlo! Es bien sabido que las empresas LGBTfriendly tienen trabajadores más contentos y productivos. Además de que los beneficios que se tienen a familias de parejas heterosexuales, también deben ofrecerse en igualdad de oportunidades a familias LGBT.
Consejo #5: ¡Alza tu voz!
Si por alguna razón sufres de acoso o discriminación en tu centro de trabajo, ten muy claro que no estás solo/a. Hay varias opciones a través de las cuáles puedes actuar para que esto no vuelva a suceder. Desde acercarte con tu jefe para exponerle la situación o hablar con RR.HH., hasta presentar una queja ante la Comisión para prevenir y erradicar la discriminación de tu estado o una denuncia ante el Ministerio Público. Finalmente, recuerda que en México la Constitución y las leyes federales, locales y laborales, prohíben y sancionan la discriminación. Lo más importante es nunca sentirse menos, empoderarse y alzar la voz cuando estemos ante un caso de discriminación.