Alejandro Ricaño, un dramaturgo exitoso

Alejandro Ricaño es un dramaturgo que ha escrito numerosas obras con un gran éxito en las taquillas.

Ha trabajado con Diego Luna, José María Yazpik y Osvaldo Benavides. Escribe, actúa, dirige y produce. Es definitivamente un Ocupado. ¿Cómo sobrevive Ricaño en una industria estigmatizada por las pocas oportunidades?

Entre sus obras destacan Un hombre ajeno, El amor de las luciérnagasRiñón de cerdo para el desconsueloCada vez nos despedimos mejor, Más pequeños que el Guggenheim (Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido), entre otras. Esta última un tanto autobiográfica, pues cuenta la historia de dos dramaturgos que con una beca de estudios se van a España y sueñan con montar una obra de teatro que está incompleta. Alejandro también se fue a España y no tuvo mucha suerte. “Me la pasaba muy mal, no me iba bien como dramaturgo, no tenía dinero, trabajaba de mesero”.  Originario de Xalapa, sabía que no se podía vivir muy bien de teatro en ese momento; estaba muy “amolado” y fue cuando decidió hacer una maestría en literatura mexicana.

¿Quién es?

Para Alejandro escribir es un acto instintivo, pero definitivamente hay una base teórica que se tiene que aprender. “Cuanto más sólidas y amplias sean tus bases, ese acto instintivo va a tener de dónde agarrarse. La maestría me ayudó mucho a complementar mi formación como escritor y a leer”. El dramaturgo agradece muchísimo más haber estudiado la maestría que la licenciatura. “Para mí, si te soy franco, la licenciatura me pareció una pérdida de tiempo”, agregó.

Él no se define a sí mismo como escritor, si no como dramaturgo. “Soy una persona que hace teatro. Para mi hacer teatro es dirigir, escribir, producir, actuar, y hacer absolutamente todo. Yo no creo que sea escritor. Si me siento y digo que voy a escribir una novela, no podría… no escribo otro género, ahora escribo cine pero se parece muchísimo al teatro”.

Para los que quieren estudiar teatro #SonLasCompetencias

Les diría que sean muy honestos al preguntarse y contestarse si tienen el talento para hacerlo”. Para Alejandro todas las frases de superación sobre que 90 por ciento es trabajo y 10 por ciento es talento son mentira. Para él es un 50/50 por ciento. “Yo puedo ensayar 90 horas para tocar el piano, si no lo tengo, nunca voy a poder tocar las variaciones Goldberg… así pasa con cualquier cosa que hacemos. Primero es reconocer si tienes el talento para hacer eso”.

Ricaño afirma que hay actores que tienen talento nato y la escuela no les va a ayudar mucho. “Siempre he creído que una escuela de teatro le ayuda más a los maestros que a los alumnos. Hubo clases valiosísimas, pero creo que si algo no me enseño la licenciatura fue a escribir teatro, que es a lo que me dedico”.

Para el Ocupado que ya salió de la carrera actoral, Alejandro tiene un consejo tajante: “Que aprenda a vender su trabajo, que no lo regale nunca… el dentista no le va a hacer un trabajo gratis”. Para Ricaño el artista tiende mucho a tener otras ideas románticas como hacer todo por amor al arte. “Tiene que ser un buen administrador y gestor de su trabajo. Si nadie lo llama, que emprenda sus propios proyectos, que no espere a que lo encuentren en un casting”. Para él es simple: Si nadie te monta, hazlo tú; si nadie te llama a actuar, haz un monologo; si nadie quiere que dirijas sus textos, escribe el tuyo y véndelo bien.

Sobre las escuelas de teatro

Los que no salen preparados son los actores”. Ricaño habla sobre el proceso de aprendizaje en las escuelas de teatro, en las cuales preparan a los jóvenes para montar obras del Siglo de Oro Español y del Teatro Isabelino. “Es teatro muy viejo y cuando ven que todo mundo está con teatro contemporáneo, no saben cómo interpretarlo. Los directores se rehúsan a cambiar sus planes de estudio”.

“Nadie que no sepa tocar el violín bien se sube a un escenario a tocarlo“

Sin embargo cualquiera se sube a hacer teatro. Justo la dinámica es no vender algo que no tenga ese rigor de calidad. “En el teatro no hay un rigor en lo que hacemos, hay gente que sabe vender muy bien su trabajo, pero vende puras porquerías”.

¿Qué competencias se necesitan?

Para Alejandro Ricaño, vender es lo más difícil, aunque considera que después de un rato tus obras se pueden vender solas. Como todo, tienes rachas buenas y malas. “Justo después de trabajar con Diego Luna dije ´todos los actores quieren trabajar conmigo´ y hay veces que ni siquiera te contestan el teléfono”. Alejandro escribe pensando en los actores y los busca. “Si te llama alguien como Diego Luna, pues no dices que no. Él me llamó y, claro, yo no lo llamé por que no pensé que hubiera querido trabajar conmigo. Ni siquiera sabía que me conocía”.

¿Contra qué se compite en teatro?

El problema de los teatreros es que no tienen un sentido de comunidad; les cuesta trabajar en equipo. “El peor crítico, otro teatrero; el peor obstáculo de promoción de una obra, el otro teatrero… van a ver una obra y si les cae mal el que la hizo, el teatrero se encarga de que todo mundo sepa que es mala”.

Algo fundamental para esta profesión es crear cosa nuevas. Alejandro lo sabe y compite contra la necesidad de reinventarse. “La longevidad de un artista recae en la capacidad de reinventarse cada tanto. Si hace la misma obra una y otra vez, tarde o temprano se agota; pero no es sencillo reinventarse”.

El dramaturgo ahora está escribiendo cine, dejó de escribir teatro un rato y afirma que  probablemente a fin de año vuelva a escribirlo, pero tratando de no repetir. “Tú lo sabes y el público te lo dice, cuando ya agotaste la fórmula… hasta que se me ocurra algo verdaderamente distinto a lo que he hecho, no pienso escribir en un rato”.

Sobre el proceso creativo

Para Alejandro Ricaño escribir algo es enfocar la mente todo el día a eso, por lo que recomienda hacer una investigación del universo ficcional que el escritor va a retratar, así como estudiar a sus personajes y pensar la obra. “El teatro es edición y planeación… es más de pensar, pensar, pensar y cuando te sientas, transcribes lo que pensaste y planeaste, pero estas dos últimas es de todo el día”. Este proceso incluye contemplar a la gente, escuchar cómo habla, ver mucho cine, mucho teatro. Esto ayuda a saber qué hace que una obra funcione y qué no. “El escritor debe preguntarse ¿Que están haciendo los demás? ¿Quién ha fracturado lugares comunes? ¿Quién está innovando?”.

¿Se puede vivir de esto?

Sí, pero es injusto que lo diga yo. Ciertamente la lista de los que vivimos solo de escribir es pequeña. Se puede vivir de eso pero no se queden solo con eso. Tienen que saber dirigir, actuar, todo. Cuando no hay una; la otra”. Para Alejandro Ricaño, en un país con este desempleo, siendo dramaturgo o médico, tienes las mismas posibilidades de supervivencia.

Si dices que fue suerte es falsa modestia y te resta mérito. En mi caso me fue bien por que trabajé muchísimo, tanto que ya no lo hago, se dieron las circunstancias para que me fuera bien”.

Alejandro Ricaño sabe que la apuesta de ser honesto como escritor, sin buscar impresionar a nadie, fue lo que lo diferenció. “Este es el que soy y así lo puedo decir. No fui pretensioso… tuve la falta de vergüenza para contar ciertas cosas que casi nadie se anima a contar”.

Les dejamos un mensaje de Alejandro Ricaño para todos los Ocupados. Síguelo en Twitter @alejandroricano y no te pierdas ninguno de sus montajes.

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